La corrupción y la subjetividad

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Dicen los grandes partidos que la corrupción no está institucionalizada, lo que pasa es que estamos rodeados de corruptos. La pregunta, por tanto, parece obvia: ¿cuántos corruptos hacen falta para considerar la corrupción institucionalizada? Y la respuesta es que no hay respuesta. Que eso, como tantas otras cosas de la vida, es subjetivo.

De ahí que no exista el Nobel de Ciencias Políticas; porque, a la hora de la verdad, de ciencia no tienen un carajo. No verá usted a nadie discutiendo en televisión si Pi es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro o entre el radio y la superficie. En una ciencia como Dios manda, las cosas se plantean, se comprueban y, si se cumplen, fin del debate y a por otra cosa.

Eso, en política, es inconcebible. Dese una vuelta por las cadenas generalistas, y descubrirá que no hay consenso ni siquiera en los asuntos más básicos. Verá a uno diciendo que la Transición acabó en el 82 y a otro, que acabará, con suerte, en 2020. Uno, que la recuperación va viento en popa; otro, que no come desde el viernes. Uno, que España es corrupta; otro, que los corruptos son cuatro.

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