Comprensión lectora

Los problemas de Laura empezaron a los 12 años. En la prueba lectora, la frase decía: «la fábrica de caramelos no da para más». Los alumnos tenían luego un huequito rayado para que explicasen, con sus propias palabras, el significado de aquella sentencia. Laura escribió: «el Sistema deja atrás a algunos niños».

Sacó un cero en la prueba, que además puntuaba para no sé qué cosa internacional, y el director convocó a sus padres en su despacho. Les dijo que Laura no entendía la palabra escrita, que era manifiestamente incapaz de discernir un adverbio de una alcayata y que así no llegaría a ninguna parte. A partir de entonces todo fue de mal en peor para ella.

Por más que se proponía entender las cosas como mandaba la autoridad, Laura lo interpretaba todo al revés. Si en un escaparate ponía «¡Rebajas!», ella leía «¡Consume hoy!», y hasta veía ese «hoy» en negrita. Si en alguna parte se encontraba con las palabras «hecho en China», ella unas veces leía «mano de obra esclava» y otras, «suerte tienes de haber nacido aquí».


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