INTELIGENCIA EMOCIOMAL

La mayor parte de los libros de inteligencia emocional están escritos por auténticos desgraciados. Personas que, en lugar de escribir una novela o un poema, deciden llenar doscientas páginas diciéndole a los demás cómo tienen que vivir su vida.

Este mes, sin embargo, el panorama editorial de la inteligencia emocional está a punto de experimentar una sacudida. Porque este mes llega al mercado el primer manual de inteligencia emocional escrito de mala gana por una persona feliz que desearía estar en cualquier parte menos escribiendo ese ridículo libro.

Reproducimos aquí unos fragmentos de la obra sin el permiso del autor (le escribimos, pero nos llegó un mensaje con varios insultos diciendo que estaba “en la puta playa”):

Quédate en tu zona de confort hasta que te mueras. No es fácil llegar a un punto en la vida en el cual, cuando te suena el despertador, no desees ahorcarte o ahorcar a la persona que te mira desde el otro extremo de la almohada. Alguna gente, sin embargo, lo consigue. Los vendehúmos dicen que esas personas están instaladas en su zona de confort y que deberían abandonarla. Es evidente que quien recomienda eso no solo es imbécil sino que no ha sido feliz en toda su miserable vida. Ni lo será.

Odia sin complejos. El odio es un sentimiento tan humano como el amor o la compasión, solo que, por algún motivo, tiene peor fama. Si el homo sapiens no odiase, hoy los neandertales llevarían Wall Street y nosotros estaríamos expuestos en los museos de historia natural. Si quieres ser feliz, debes asumir tu instinto animal. Odia libre y desacomplejadamente. Fantasea con matar a tu jefe, grita a la tele de vez en cuando y sal de los grupos de whatsapp familiares con un último y espectacular mensaje del tipo: “la madre que os parió a todos”. Solo así estarás en el camino de la auténtica felicidad.

Sé empático con solo dos personas. Hace años que los vendehúmos emocionales no paran de decir que la inteligencia también se demuestra saludando por las mañanas y pidiendo las cosas por favor. Ese mensaje está bien si tienes cuatro años, pero cualquier adulto con dos dedos de frente sabrá que, si el ser humano ha llegado al actual índice de desarrollo, no ha sido gracias a las personas educadas. Fleming no descubrió la penicilina dejando salir antes de entrar. Es posible incluso que Fleming fuese un auténtico cabrón, que pegase a sus hijos y se comiese trozos de sus becarios, pero gracias a él no te mueres cuando te sacan una muela.

Esos mismos vendehúmos dicen que debes ponerte siempre en la piel de los demás. Obviamente, si hicieras eso, no tendrías un solo minuto para ser tú mismo. Mi consejo es que te limites a ser empático con dos personas, ni una más ni una menos. Después de todo, el día que a ti te pase algo, la enfermera no dejará pasar a la habitación a más de dos personas. ¿Para qué malgastar esfuerzos?

Recréate en las desgracias ajenas. Algunas situaciones son objetivamente duras: quedarte sin trabajo, una ruptura matrimonial, la pérdida de un ser querido… Los pirados del pensamiento positivo, necesitados de llenar páginas como sea, dicen que tienes que buscar la parte buena de esas situaciones. Bien, olvida esa mierda. No hay nada bueno en estar solo o en estar parado. El único consuelo es que, por muy hundido que estés en el pozo, alguien siempre estará peor que tú. En YouTube tienes abundante material de personas anónimas sufriendo toda clase de catástrofes naturales como tornados o tsunamis. Es posible que te ayude a ser feliz. A mí me ayuda.

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