Entrevista exclusiva (y falsa) a Pablo Iglesias

Pablo Iglesias (Madrid, 1978) me cita en la zona de productos para bebé de un Mercadona. Lo encuentro ante el lineal de los pañales, comiéndose los padrastros y farfullando algo para sí.

Señor Iglesias, gracias por recib-…

Coge cinco paquetes, hazme el favor.

Eh… Sí, claro, ¿de cuáles?

Esos, talla 3. Son los únicos que aprueba Facua. Rubén Sánchez los ha probado personalmente durante cuatro meses.

Bien. ¿Le parece si le entrevisto mientras esperamos en la cola de la caja?

Dispara. Metafóricamente, quiero decir. Estamos en contra de cualquier tipo de violencia, deja eso bien claro. ¿Dónde crees que está la sección de piscinas?

No creo que tengan sección de piscinas.

¿Qué pasa, que no se puede ser de izquierdas y tener dinero, estás sugiriendo eso? ¡Despedido!

No puede despedirme, señor Iglesias, no trabajo para usted.

¡Maldita sea, todo me sale mal últimamente! Coge también pasta de agua para el culito.

Vale. Eh… Antes de nada, me gustaría saber por qué fallaron las negociaciones entre el señor Sánchez y usted.

Te lo voy a explicar con una parábola. Jesucristo lo hacía, y yo me siento muy reflejado en él. No, espera, no pongas eso. Mi jefa de prensa me ha dicho que a la gente no le gusta que me compare con divinidades. Vete a saber por qué.

De acuerdo.

Un hombre bueno caminaba por el desierto. Esto ya es la parábola.

Sí, lo imaginaba.

Ese hombre quería lo mejor para su pueblo porque, como te he dicho, era bueno. También era muy brillante, pero eso da igual ahora. El caso es que, mientras cruzaba el desierto, se encontró con el rey, así que le hizo una serie de propuestas programáticas, pensiones y tal. Y a cambio solo, insisto, solo le pidió dos camellos. ¿Sabe qué pasó?

¿Qué?

¡Que al rey solo le interesaba pactar con la derecha porque ese tío es una marioneta del IBEX 35!

Eh… Señor Iglesias, no tengo muy claro que eso sea una parábola.

¿Quién es el académico aquí?

Usted, pero…

¡Exacto, yo! Esta caja es lentísima, voy a tener que despedir a la cajera.

Señor Iglesias, no puede despedir a todo el mundo.

¡Claro que puedo! ¡Señorita! ¡Usted! ¡Despedida!


La entrevista completa, en eldiario.es

Fotografía: eldiario.es