CÓMO (NO) PEGARSE CON LA GUARDIA CIVIL

Vaya por delante que este texto no pretende fomentar la violencia. Todo lo contrario. Conciba el lector estos consejos como esos puestos que ciertos ayuntamientos montan en las noches de jarana en los cuales una serie de graduados en química analizan, sin coste alguno, la droga del personal. Como es obvio, el propósito de esa iniciativa no es fomentar el consumo de estupefacientes entre la juventud, sino evitar que se maten. Igual que este texto.

Recomendamos su lectura a todos los jóvenes de izquierdas, por ser históricamente los más proclives a enzarzarse con miembros de la Benemérita, particularmente si dicho joven tiene pinta subversiva. Y ahí estriba el primer consejo: no tenga usted pinta subversiva.

Inditex cuenta con una surtida gama de prendas a precios asequibles para todos los bolsillos; no hay razón para limitar el armario a pantalones de monte y sudaderas con capucha. Cómprese un polito, una camisa, un chino de cadera baja. Entendemos que cada persona tiene su estilo, pero piense que, en cuarenta años de democracia, no se ha dado el caso de que una persona vestida de Zara sea acusada de terrorismo. Por algo será.

Conviene también que vigile los lemas que porta en sus camisetas, no digamos ya los que corea en estado de embriaguez. A ciertas personas el alcohol les afloja la lengua y acaban proclamando que si freedom for the Basque Country, que si Catalonia is not Spain. Se han dado casos, algunos recientes, en que esas personas se topan con miembros de la Benemérita en similar estado etílico y acaban confrontando sus ideas por el suelo.

Aunque parece un conflicto ideológico, es en realidad una cuestión puramente sintáctica. El problema no son las ideas sino las palabras, por lo que le recomendamos que siga pensando lo mismo, faltaría más, pero grite otras cosas. Si las circunstancias le empujasen a una refriega con uno o varios guardias civiles, limítese a corear lugares comunes como “¡ya se va notando que los días son más cortos!” o “¡el plástico al amarillo!”. Difícilmente podrá un juez acusarle de motivación ideológica (si acaso, de enajenación mental).

Le recomendamos, por último, que expanda sus horizontes en lo que a hostelería se refiere. Piense que el cerebro establece extrañas asociaciones y, si le ven todos los días en una Herriko Taberna, se podría pensar que comulga usted con el ideario abertzale (que, como es sabido, no acaba de simpatizar con las fuerzas del orden). Si, por el contrario, combina usted esa misma Herriko con un Rodilla, un 100 montaditos y un Café y Té, nadie le considerará un elemento potencialmente desestabilizador del sistema, sino una persona de gustos heterogéneos. Y eso no es delito. Aún.

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