El final de la Guerra Fría me pilló en el colegio. Aquel fue un periodo frustrante no solo para los comunistas sino, en general, para todos los alumnos de EGB. Conseguías aprender dónde estaba la Unión Soviética, te ibas a la playa, y al volver, no quedaba ni rastro del país aquel. En su lugar tenías un montón de nombres impronunciables como Azerbayán o Kazajistán o, todavía peor, Turkmenistán.
Te matabas a estudiar un martes por la noche y el miércoles Yugoslavia ya no era Yugoslavia sino Eslovenia o Croacia o quizá Montenegro, vete a saber. Nadie entendía nada. Era muy frustrante.
Recuerdo que Jesus, el profesor de sociales, nos mantenía puntualmente informados de las convulsiones mundiales. “Tachad eso”, decía, “que ya no”. Y nosotros lo tachábamos de mala leche, porque después de aprenderlo ya ves tú qué gracia estudiarlo de nuevo. No nos importaba que el mundo se tambalease, sino hasta qué punto del tambaleo entraría en el examen.
Se ha escrito poco del estupendo negocio que todo aquel caos geopolítico supuso para las editoriales. Tanto dinero hicieron que no sería descabellado pensar que tuvieron algo que ver en el fin del comunismo. Cada año se publicaban ediciones totalmente nuevas de los libros de Historia y Sociales, con nuevas fronteras, nuevos mapas y nuevo precio. [quote] El estatus económico de los estudiantes se medía tanto por la marca del chándal como por el número de países que tuvieses en la Europa del Este. [/quote] En los libros de texto heredados de hermanos, primos o vecinos mayores, el comunismo permaneció incólume hasta bien entrada la década de los 90.
Todo aquello despertó en mi generación una cierta sensación de futilidad para con el estudio. Al fin y al cabo, ¿de qué servía el conocimiento si todo cambiaba a tal velocidad? ¿Para qué molestarse en aprehender el mundo si el mundo se vuelve inaprensible a nada que dejas de mirarlo?
Los niños de hoy lo tienen más fácil. El planeta sigue siendo un desastre, pero lo es de otra manera. Ahora, los países, incluso los más cafres, mantienen una cierta coherencia nominal. Esto, que deviene en feliz circunstancia para nuestros infantes, resulta un muy serio problema para la industria editorial.
Santillana, Anaya, SM y compañía contemplan cómo el mapa político se mantiene más o menos inalterado año tras año, curso tras curso. En un sector como el editorial, tan castigado por la crisis, la piratería y Telecinco, esta situación les coloca al borde del precipicio. De ahí que nuestro Gobierno, siempre sensible a los quebrantos de la industria cultural, haya decidido tomar cartas en el asunto. Y lo ha hecho a lo grande: devolviendo a Dios el papel creador del Universo.
Desde el próximo curso, los libros de texto españoles desvelarán que, a diferencia de lo que ocurría justo antes del verano, el azar nada tiene que ver con la existencia del tiempo y el espacio. Gracias al Ministerio de Educación, Dios existe y juega a los dados. Nietzsche lo mató y Wert lo resucita. Así se las gastan los grandes hombres.
Me imagino a esos críos, con sus libros heredados, anotando junto al Big Bang: “esto lo hizo Dios”. Tachando la expresión “origen desconocido” y apuntando a su lado: “el Gobierno dice que fue Jesús”. Y me los imagino preguntando al profesor si el origen divino del espacio-tiempo cuenta para nota o se puede aprobar, como el año pasado, respondiendo que, en fin, nadie lo sabe.
10 comentarios
Tachad eso, que ya no
[…] Tachad eso, que ya no […]
KATREyuk
«…En un sector como el editorial, tan castigado por la crisis, la piratería y Telecinco.»
Foking kinj! xD
Inzitan
Mientras no se les dé por demostrar por la vía de acierto-error, que los los homosexuales no vuelan, no estamos tan mal.
Homo Minimus
Está claro que la tuya es una mentira, pero no diferente, estamos hartos de leer y escuchar tergiversaciones de la verdad progres similares.
Obvias decir que eso solo lo pondrá en un libro de religión católica y que la religión católica: a) considera que las verdades de fe no son contradictorias con la verdad científica b) En España solo van a clase de religión los que quieren ir voluntariamente y c) ¿te molesta que un un libro de religión se diga que Dios es el Creador del Universo? ¿Qué esperabas que dijeran? ¿Que Dios es discutido y discutible por gente como tú?
Borja Cavegn
A) mentira! lee la encíclica Humani Generii y luego hablamos 😉
B)mentira! Son sus padres quienes quieren que vayan. Todos los niños nacen ateos 😉
C)mentira! En un estado aconfesional todos los dioses tienen la misma cabida, sea yahve, jehova o eloí… no espera que los tres se mencionan en la biblia! Ay que lio! 😉
Winter
Te podría soltar un tocho para enumerarte una a una las tonterías que has dicho. Un «libro de religión» es en realidad «un libro de religión católica».
Vamos, que hay más religiones, no se a qué santo viene el meter en criterios de evaluación de ningún tipo retrasadeces como esas.
jorgek
Para los que te llevamos unos años, ese problema de fronteras lo tuvimos antes con la españa autonómica: a tomar polculo Castilla La Vieja y La Nueva y todo eso…
Intrépido
Lo malo no es que lo diga un libro de religión católica que, por cierto, forma parte de unos programas de estudios de un estado laico, lo malo es que lo dice LA ENTRADILLA DEL BOE que presenta ese currículum y lo hace oficial.
La diferencia es fundamental, la diferencia entre que lo diga el cura a que lo diga el propio BOE es tanta que es inaceptable, aunque algunos, muchos por lo que veo, no sean capaces de captar una diferencia fundamental como esa.
El Estado no nos dice «aquí hay un libro que dice que Dios existe», nos dice «Yo afirmo que Dios existe y os lo confirmo con este libro».
Proverbios
Muy bueno el artículo, donde aprecio ese tono irónico-humorístico que encierra uno de los grandes males de la democracia española: el uso de la educación como intento de lograr una sociedad lo más monocolor posible.
Cuanto tiempo llevo pensando que se necesitaría un gran pacto que podría llamarse algo así como «Ni tú ni yo » o dicho de otra manera:
Nos olvidamos de asignaturas de corte progre donde taladrar sí o sí con lo bueno que es el matrimonio gay, por ejemplo, a la vez que nos olvidamos de asignaturas tipo Religión donde taladrar cerebros con lo malo que es llamar matrimonio a lo de los gays, por ejemplo. Nos olvidamos de ambos y ponemos todo el empeño en formar mentes lo mejor ordenadas y más críticas posibles.
Intuyo que ambos lados no estarán de acuerdo conmigo, n i cederán un ápice, y seguiremos igual que hasta ahora….
En fin.
lucha
Pero es que sólo uno de los dos bandos tiene razón. El mío y el de mi marido. Te lo garantizo.