Fragmentos del libro de Pilar Urbano

Mi Mesa Cojea te presenta, en exclusiva, varios fragmentos del libro de Pilar Urbano: “La desmemoria española: Suárez, el Rey y los demás”:

«Suárez y el rey departían una vez por semana en un club de striptease de la calle Gato llamado El Jot. Entraban por la puerta trasera y se encontraban en un reservado donde disponían de todas las comodidades propias de los lupanares con clase de la época. Testigos de aquellas reuniones aseguran que los primeros borradores de la Constitución de 1978 se redactaron en aquel reservado, siendo la encargada de la transcripción una simpática cubana que respondía al nombre de La Guayabita, y que más tarde obtendría el título de marquesa».

«El rey decidió no llamar a ninguna mujer para la redacción de la Constitución por miedo a que quisiera introducir una trama romántica. Juan Carlos tampoco tenía claro la conveniencia de invitar a vascos y catalanes, pero finalmente se les permitió incluir un artículo a cada región a cambio de una cesta de productos típicos que el monarca disfrutó en exclusiva».

«Se diseñaron más de veinte planes para acabar con la vida de Suárez, algunos de los cuales provenían directamente de los despachos de la CIA. El más sofisticado, propuesto por un joven funcionario de Washington, consistía en colocar una cámara de cine ante Suárez que le grabaría ininterrumpidamente hasta que éstefalleciese víctima de su propio engolamiento».

«Felipe González se imaginaba como el presidente del nuevo régimen, cualquiera que fuese. A veces se le veía en el baño del Congreso, ensayando discursos con un peine a modo de micrófono. Fuentes del PSOE de aquella época aseguran que incluso se compró una cabra para ganarse las simpatías de la Legión. El animal, según parece, acabó formando parte del banquete con el que se celebró la victoria socialista de 1982».

«Hoy todos los historiadores están de acuerdo en que el fallido golpe de Estado del 23-F se pudo haber evitado con una mejor gestión de la inteligencia emocional por parte del Gobierno. Se sabe que existía una enorme frustración entre los altos mandos militares que pedía a gritos una serie de dinámicas para aumentar la confianza. Es cierto que Suárez intentó llevarse a toda la cúpula militar a unas convivencias de fin de semana a los Monegros con el fin de fortalecer las relaciones, pero el miedo a ser contagiados por el virus homosexual, muy de moda entonces, hizo que esta iniciativa fracasara».

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