Salvados por las putas y la farlopa

Muchachas aumentando el PIB francés del siglo XIX

En Bruselas han tenido una idea brillante. Un golpe de timón de reverberaciones napoleónicas, un ejercicio de gran política de esos que un día no muy lejano será estudiado en las mejores facultades de políticas del mundo. Y es que, desde ahora, la prostitución y el tráfico de droga se contabilizarán en el PIB de algunos países miembros. Entre ellos, éste que sufres.

No es difícil imaginar la escena en el Ministerio de Hacienda.

-Señor Montoro, la recaudación no remonta.

-Santo Dios, Rajoy va a pedir mis pelotas en una bandeja.

-Están las putas, señor.

-¿Ya? ¡Las cité a las nueve!

-No, quiero decir… Me refiero a lo que dice Bruselas de contabilizar el impacto económico de la prostitución.

-¡Chico, eres un genio! ¿Y sabes qué?, mete también la farlopa.

Dice el Instituto Nacional de Estadística que, con estos cambios y un poco de ingeniería financiera, el PIB subirá un 4’5%. ¡G7, allá vamos!

La noticia habrá resultado sumamente tranquilizadora para los usuarios de la prostitución, particularmente los nacionalistas. Al fin y al cabo, ahora se estará contribuyendo al Producto Interior Bruto cuando uno acuda a ser lamido total o parcialmente por una mujer previamente secuestrada por una mafia de dios sabe dónde.

Con cada raya, con cada porro, con cada yonqui enganchado a la heroína se estará poniendo un gramito de arena a la recuperación económica. Ahora, cuando la policía pregunte qué es esa bolsita con hierba, uno podrá responder con orgullo: “un acto de patriotismo, agente”.

Cuando la benemérita desarticule una red de trata de blancas, el Telediario titulará: “Nuevo golpe a la economía española”. Y los contertulios se pisarán para decir que no hay derecho, hombre, que peinado y en moto no se puede. “¿Y los intelectuales?”, se preguntará un gordo con corbata del ABC o La Razón, “¿dónde están los intelectuales?”

Buena noticia también para los magnates de la prensa. Por fin los anuncios de prostitución serán imprimidos en páginas salmón. Por fin los dueños de los periódicos tendrán un escudo contra las críticas. “Es información relevante, ¡hasta Bruselas lo dice!”

Se reunirán en el Foro Europa, café y curasán, y dirán: “Donde usted ve abuela mamadora, hago de todo menos culo, yo veo la senda de la recuperación. El papel, por cierto, está muerto”. Cerrada ovación.

Se trata, no cabe duda, de una idea deslumbrante. Quizá, quién sabe, seamos un país rico y ni lo sepamos. Imagina qué absurdo sería que estemos nadando en la abundancia mientras los niños se nos desnutren de pura desinformación. Salvados, en última instancia, por las putas y la farlopa.

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