Entrevista exclusiva con Juan Carlos I

JOSE: Majestad, muchas gracias por recibirme.

REY: De nada, y perdona que no me levante. Hacerse viejo es una mierda. ¿Sabes que ayer casi me disloco la cadera al tirar a un negro por la borda del yate?

J: ¿Tiró a un negro por la borda?

R: ¿Eres idiota, hijo? ¿Crees que un rey tira negros por la borda? ¡Lo mandé tirar! No salvé a la democracia el 23-F para andar haciendo esfuerzos a mi edad. Lo que pasa es que les dije a los del CNI, «por popa no, que se engancha en la hélice». Y, al decirlo, se ve que di un paso en falso y me pegó un tirón justo aquí, mira, ¿quieres tocar?

J: Eh… No, gracias, Majestad.

R: ¡Que toques, cojones!

J: Vale, bien. ¿Dónde, aquí?

R: Más abajo, aquí. Dura, ¿verdad? Es de titanio. Quince mil pavos me costó. Bueno, a mí no, ya sabes lo que quiero decir.

J: Ajá. Dígame, Majestad, ¿por qué ha decidido abdicar?

R: Me lo ha pedido Chonchi.

J: ¿Quién?

R: Oh, perdón, quiero decir Corina. Y no es que le haga yo mucho caso, ya me entiendes. Se empieza haciendo caso a las mujeres y acabas pintando el salón de rosa palo. Esto no es un ejemplo inventado, a Gustavo de Suecia le pasó. Una vez me invitó a su casa y quise sacarme los ojos. Allí estaba yo, tomando un té y fingiendo normalidad en el puto palacio de Barbie. ¿Te imaginas un salón salmón?

J: Sí.

R: ¿Sí? Dios, ¿qué eres, gay o algo así?

J: No, Majestad.

R: ¿Fuiste mujer?

J: ¿Cómo?

R: ¡Que si fuiste mujer! ¿Qué coño te pasa, hijo, estás sordo? Te lo digo porque ya nunca se sabe. En mis tiempos las cosas eran blancas o negras, carne o pescado, todo era más fácil. Ahora todo está mezclado, ya nada es normal. ¿Sabes que el rey de Marruecos puede mandar whatsapps desde la nevera? ¿¡Pero qué coño de locura es ésa!? A veces me escribe y me dice: «Juan Carlos, estoy en la nevera». Que me dan ganas decirle «Me la suda, Mohamed». Pero no lo hago, claro, porque se supone que somos aliados.

J: Dígame, Majestad, ¿a qué desafíos cree que se enfrentará su hijo Felipe como rey?

R: Bueno, primero tendrá que conseguir que no le corten la puta cabeza. Porque los pobres están nerviosísimos, ¿sabes? Antes sublimaban con la cerveza y las anchoas, porque a los pobres les encantan las anchoas, ya ves tú, que eso ni es un pez ni es nada. Pero ahora solo pueden chupar yogures caducados y, en vez de hacer autocrítica, en vez de pensar «algo habremos hecho para estar así», echan la culpa a la monarquía. La gente dice: ¡no te hemos elegido! y yo digo: ¡yo sí que no os he elegido a vosotros, piojosos de mierda!

J: Veo que se ha soltado usted mucho desde su abdicación.

R: ¡Bastante he aguantado! Llevo hasta los cojones desde Naranjito. Si he aguantado es solo por cumplir mi mandato constitucional y, en fin, ya sabes, lo demás.

J: ¿Lo demás?

R: Jesús, hijo, ¿eres mongolo? ¡Hasta Hermida es más espabilado que tú! ¡Lo demás!, ¿qué va a ser lo demás? ¡Pues los barcos, las mujeres, las esculturas de cisnes hechas con cocaína, ese tipo de cosas!

J: ¿Admite entonces que ha reinado tantos años por mantener el tren de vida?

R: Ese tonito de pobre resentido te lo puedes meter por tu culo comunista. Si eres libre para llevar la camisa por fuera sin que un grupo de policías te peguen porrazos hasta matarte es gracias a mí. ¿Ves estas manos? ¡Que si las ves!

J: Sí, Majestad, las veo.

R: Pues con estas manos se puso en pie la democracia española. No lo olvides nunca. La misma mano que sacude mi picha cada vez que voy al baño firmó todos tus derechos.

J: Gracias, Majestad. Le deseo una feliz jubilación.

R: Vive Dios que me la merezco. Intentad no romper el puto país o la próxima vez no seré tan amable.

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